Tyrannosaurus Rex

Tyrannosaurus (gr. "reptil tirano") es un género representado por una única especie de dinosaurio terópodo tiranosáurido, que vivió en el Cretácico superior (hace aproximadamente 68 y 65 millones de años, en el Mastrichtiano), en lo que es hoy Norteamérica.

Tyrannosaurus

Descripción del Tyrannosaurus.  

El tiranosaurio medía aproximadamente 12 y 13 m de longitud y entre 5 y 6 m de altura, con un peso estimado de 4 y 8 t. El tiranosaurio poseía un gran cráneo de 1,75 m provisto de fenestras oculares y nasales. Su cráneo presenta un gran número de huesos fusionados, supliendo la movilidad por una estructura más maciza, cosa inusual en los terópodos, que por lo general tenían huesos ligeros. El cuello era grueso, musculoso y corto.

Cuando el tiranosaurio fue descubierto, no se hallaron las extremidades superiores. Para completar el esqueleto original, que fue montado para ser exhibido al público, Osborn sustituyó esa parte restante por los "brazos" con tres dedos de un alosaurio. Sin embargo, en 1914, Lawrence Lambe demostró que el tiranosaurio estaba estrechamente relacionado con el albertosaurio, por lo que le atribuyó 2 dedos en lugar de 3, conjetura que se confirmó en 1989, con el hallazgo de brazos, los cuales eran relativamente diminutos, de aproximadamente 1 m. Su función es desconocida. La ubicación de los músculos indica una gama restringida de movimiento, pero de gran fuerza. Algunos especialistas sostienen que se pudieron haber empleado para cazar. Los paleontólogos creen que cada brazo era lo suficientemente fuerte como para levantar unos 150 kg[sin referencias], lo equivalente a dos humanos adultos. En las extremidades inferiores disponía de 3 uñas (más una vestigial). El tiranosaurio tenía una cola larga, rígida y puntiaguda que utilizaba como contrapeso para su enorme cabeza y para apoyarse al efectuar giros rápidos.

Una prueba fue el hallazgo de un coprolito con huesos semidigeridos de un edmontosaurio. Sus cavidades oculares estaban posicionadas de forma tal que los ojos apuntaban hacia adelante, dándole una visión binocular.

Las grandes mandíbulas del tiranosaurio medían 1,4 m y estaban llenas de afilados dientes curvos de 20 cm. Estudios recientes sugieren que este dinosaurio tuvo la mordedura más poderosa de todos los depredadores, con una fuerza de presión de más de 4 toneladas .

El tiranosaurio medía aproximadamente 12 y 13 m de longitud y entre 5 y 6 m de altura,

El tiranosaurio, al igual que todos los terópodos, era bípedo. Sus patas estaban dotadas de un tejido almohadillado. Este tejido también funcionaba como un resorte. Los huesos largos de las patas se fusionan entre sí para transferir las fuerzas mayores generadas por sus pisadas fuertes, por las piernas y hacia el resto del cuerpo.

Los estudios han demostrado que el tiranosaurio tenía unas patas bastante largas. Todavía existen desacuerdos sobre cuan rápido se desplazaba el tiranosaurio. Los cálculos oscilan entre una velocidad pausada de 18 km/h y una muy rápida de 72 km/h. Los científicos que consideran que el T. rex se movía rápidamente indican que sus patas eran semejantes a las de ornitomímidos tan veloces como el estrutiomimo. Un estudio reciente concluyó que el T. rex no tenía suficiente masa muscular en las piernas como para ser tan veloz, según dicho estudio su velocidad máxima oscilaba entre 35 y 45 km/h, más rápido que un corredor olímpico promedio.

Algunos científicos indican que los animales pesados tienen las patas ubicadas debajo del cuerpo como pilares, con huesos grandes para soportar el peso, lo que no les permite correr. Quizá el T. rex era lento. Sólo se ha descubierto una huella en México que podría ser de un T. rex y que mide casi 1 m de longitud. Si se encontrara toda la serie de las huellas se conocería mejor que tan rápido pudo andar. Los bípedos tienen mayor riesgo de caerse, si durante un arranque se tropiezan, y no pueden acomodar sus patas debajo del cuerpo. Estudios recientes sugieren que los adultos no eran animales especialmente veloces, aunque en una persecución podían dar zancadas de más de 4 m.

Las caídas eran muy peligrosas para el T. rex porque la cabeza recorría más de 3 m en el desplome, y los brazos no podían detener su caída. Los avestruces tienen un problema similar. Si el T. rex se caía duramente podía lesionarse e incluso morir. Unos investigadores calcularon que si un T. rex de 6 toneladas corriera a una velocidad de 72 km/h y tropezara, golpearía el suelo con mucha fuerza y se deslizaría con tanta presión que no podría soportar el dolor de sus huesos y músculos rotos, lo que le causaría la muerte. Pero otro equipo de investigadores dio una propuesta más aceptable, trata de la posibilidad que el T. rex se mueva entre los 18 y 54 km/h, parecida a la velocidad máxima de un elefante africano. Si el T. rex se cayera a dicha velocidad, se lesionaría y quizás se rompería algunos huesos pero podría sobrevivir.

El cerebro del tiranosaurio era tan grande como el de un gorila y tenía aproximadamente un volumen de 1000 cm³, aunque la mayor parte del mismo estaba dedicado a su sentido del olfato, que, según se cree, pudo haber sido el más agudo de todos.

Crecimiento del Tyrannosaurus.

La identificación de varios especímenes como el T. rex juvenil ha permitido a científicos a documentar cambios ontogenéticos de la especie, estimar la esperanza de vida, y a determinar que tan rápido los animales habrían crecido. El individuo más pequeño que se conoce (LACM 28471, el supuesto "terópodo de Jordán"), como se estima, ha pesado sólo 29.9 kg (130 lb), mientras el más grande, como FMNH PR2081 ("Sue") pesó más de 5400 kg (6 toneladas). Análisis histológicos de huesos del tiranosaurio mostró que LACM 28471 tuvo sólo 2 años cuando murió, en cambio "Sue" alcanzó los 28 años, una de las mayores edades en su especie.

La histología también ha permitido que la edad de otros especímenes sea determinada. Las curvas del crecimiento pueden ser desarrolladas cuando las edades de diversos especímenes se trazan en un gráfico junto con su masa. Una curva de crecimiento del tiranosaurio es con forma de S, con los juveniles teniendo menos de 1.800 kilogramos (2 toneladas) hasta aproximadamente 14 años de edad, cuando el tamaño del cuerpo comenzó a aumentar dramáticamente. Durante esta fase rápida del crecimiento, un joven tiranosaurio ganaría un promedio de 767 kilogramos (1587 lb) al año durante los cuatro años próximos. La madurez física pudo haber sido entre 18 y 19 años, después de lo cual la curva de crecimiento sube de nuevo. Por ejemplo, solamente 600 kilogramos (1.320 libras) separan a "Sue" de un espécimen canadiense de 22 años. Otros tiranosáuridos exhiben una curva similar del crecimiento, aunque con rangos de crecimiento mucho más bajos que corresponden a sus bajos tamaños de adulto.

Plumas del Tyrannosaurus.

Dada la posición filogenética del tiranosaurio, se ha propuesto que pudo haber tenido plumas. Pequeños celurosaurianos (un grupo de dinosaurios estrechamente relacionados) de la Formación de Yixian en Liaoning, China, han sido descubiertos presentando plumas penáceas o con el antiguo pelaje de "protoplumas", que sugiere la posibilidad de que los tiranosáuridos también pudieron haber tenido plumas. En el 2004, el primitivo tiranosauroide Dilong fue descubierto en la misma formación y mostró pruebas de largas plumas en la cola. Sin embargo, impresiones de la piel de tiranosaurios adultos de Alberta y Mongolia aparecen mostrando las escamas escaladas típicas de otros dinosaurios. Esto sería compatible con el tamaño de la criatura, como en 8 toneladas la dispersión de calor del tiranosaurio de sangre caliente en realidad habría sido impedida por una cubierta de plumas. Es posible que el T. rex presentara plumas o protoplumas en otras regiones del cuerpo pero, tal como ocurre con el pelo de los elefantes y rinocerontes modernos, en áreas reducidas.

Estrategias de alimentación del Tyrannosaurus.

La mayor parte del debate sobre el tiranosaurio se centra en su tipo de alimentación y locomoción. El experto paleontólogo Jack Horner afirma que el tiranosaurio era exclusivamente carroñero y que no se involucró en la caza activa en lo absoluto. Horner sólo presentó esto en un contexto oficial científico una vez, principalmente hablando de ello en sus libros y en los medios de comunicación. Su hipótesis está basada en que el tiranosaurio poseía grandes bulbos y nervios olfativos (en relación con su tamaño cerebral), lo que sugiere que tuvo un sentido sumamente desarrollado del olfato, por lo que, como muchos carnívoros actuales, podría haber descubierto cadáveres husmeando a grandes distancias. Los dientes de tiranosaurio podrían aplastar huesos, su mordida es 5 veces más fuerte que la de un león africano una habilidad que indica que quizás fuera común que este animal extrajera alimento de la médula ósea de los remanentes de un cadáver, una vez consumidas las partes más nutritivas. Ya que al menos partes de las presas del tiranosaurio podían moverse rápidamente, las pruebas de que caminaba en lugar de correr podrían indicar que era carroñero (ver sobre esto más abajo).

Muchos científicos que han publicado sobre el tema insisten en que el tiranosaurio fue tanto depredador como carroñero

Muchos científicos que han publicado sobre el tema insisten en que el tiranosaurio fue tanto depredador como carroñero, alimentándose de cualquier carne que pudiera conseguir, dependiendo de la oportunidad que se le presentara. Carnívoros modernos son depredadores raras veces estrictos o carroñeros. Los leones, por ejemplo, a veces comen hienas muertas y viceversa. El comportamiento que hurga en busca depende de la disponibilidad de la presa, entre otros factores.

Recientes estudios oseos demuestran, por las inserciones musculares en el occipital, el malar y las escápulas, así como las inserciones del masetero, y teniendo en cuenta el peso del cráneo y las mandíbulas, el tiranosaurio no podría ser capaz de realizar mucha presión mandibular, no la suficiente como para poder abatir a un dinosaurio de gran tamaño; ello le limitaría a presas pequeñas, pero éstas generalmente son más rápidas y ágiles, por lo que se piensa que el tiranosaurio se alimentaba exclusivamente de animales débiles, ancianos, enfermos, o de piezas muertas o cazadas por otros carnívoros más pequeños, comportamiento que se asemeja al de las hienas, precisamente por el mismo motivo fisiológico. A mayores, el gran desarrollo del lóbulo olfativo incrementaría las tendencias carroñeras, como ya se mencionó anteriormente.

No obstante, existen pruebas de comportamiento cazador en el tiranosaurio, como por ejemplo la visión binocular mencionada más arriba. Debido a que los carroñeros no necesitan la compleja percepción de profundidad que brinda la visión estereoscópica, en los animales modernos la visión binocular se halla principalmente en los depredadores. Además, el descubrimiento de marcas de mordidas en otros animales e incluso en otros tiranosaurios sugiere un comportamiento predatorio.

Al examinar el espécimen de tiranosaurio denominado Sue, el paleontólogo Peter Larson encontró una fíbula quebrada y sanada, vértebras de la cola, huesos faciales dañados y un diente de otro tiranosaurio incrustado en una vértebra del cuello. Si esta interpretación es correcta, podría tratarse de una prueba substantiva de comportamiento agresivo entre tiranosaurios, aunque no está claro si se debía a competencia por alimentos y parejas o simplemente canibalismo.

Sin embargo, investigaciones más recientes concluyeron que la mayoría de las lesiones son debidas a infecciones y no a ataques, o simplemente daños en los fósiles con posterioridad a la muerte, además de que las pocas heridas conocidas son demasiado generales como para indicar agresividad intraespecífica. En el lugar de hallazgo de Sue, también se encontraron restos del esqueleto de un edmontosaurio con heridas en su cola, infligidas por tiranosaurios, que sanaron en vida, lo que sugiere caza activa en lugar de consumición de restos. Otra pieza de evidencia es un tricerátopo encontrada con falta de un tercio de su cuerno y la huella de un diente a lo largo de una pieza de su cola, herida que, de nuevo, fue infligida por un tiranosaurio en vida y sanó. No obstante, esto podría defender el hecho de que se alimentaran de animales débiles, y que estos ejemplos fueran fracasos por esa razón.

Otro tema relacionado son los estudios contradictorios acerca de cuan rápido podía correr un tiranosaurio. Las especulaciones hablan de hasta 70 kilómetros por hora e incluso más.

Locomoción del Tyrannosaurus.

Los científicos que creen que el tiranosaurio podía correr lentamente señalan que sus huesos huecos y otras características que deben haber aligerado su cuerpo pueden haber mantenido el peso de un adulto en apenas cinco toneladas, y que otros animales como los avestruces y caballos, dotados de piernas largas y flexibles, alcanzan altas velocidades mediante zancadas lentas pero largas. Además, algunos han argumentado que los tiranosaurios tenían los músculos de las patas relativamente más grandes que cualquier animal actualmente existente, lo que podría haber permitido una carrera rápida a 40-70 km/h.

Algunos viejos estudios de anatomía de las patas de animales vivos sugieren que el tiranosaurio no podía correr y sólo se limitaba a caminar. La relación entre las longitudes de su fémur y su tibia, (mayor a 1, como en la mayoría de los terópodos grandes) podría indicar que los tiranosaurios eran caminantes especializados, como los modernos elefantes. Adicionalmente, sus pequeñas extremidades superiores no hubieran podido evitar una caída debido a un tropezón. Las estimaciones de peso estándar, de entre 6 y 8 toneladas, hablan de un impacto mortal si el dinosaurio cayera a tierra. Sin embargo, debe notarse que se sabe que las jirafas pueden galopar a 50 km/h (31 m/h); y que a esas velocidades estos animales se arriesgan a romperse una pata, lo que no impide que el comportamiento exista. Pero estimaciones sobre la fortaleza de las patas de los tiranosaurios indican que estas eran apenas más fuertes, o iguales, que las de los elefantes, animales relativamente limitados en su velocidad.

Tyrannosaurus - Los partidarios de la limitación a la caminata proponen una velocidad máxima de unos 17 km/h, más rápido que muchas de sus probables presas

Los partidarios de la limitación a la caminata proponen una velocidad máxima de unos 17 km/h, más rápido que muchas de sus probables presas, como los hadrosaurios y ceratopsianos. Debido a esto, y a que los tiranosaurios pueden haber usado tácticas de emboscada para atrapar a presas más rápidas, quienes creen que era un depredador afirman que su velocidad no era decisiva, por lo que no es un asunto importante.

La investigación más reciente de la locomoción del tiranosaurio no especifica cuan rápido pudo haber corrido pero admite que hay poca base para poder concluir un rango de velocidades más ajustado que entre 17 km/h (11 m/h), que sería sólo caminar o andar lento, y 40 km/h (25 m/h), que sería una carrera de velocidad moderada. Por ejemplo, un artículo en Nature (Hutchinson & García, 2002) usó un modelo matemático (validado por aplicación a una amplia gama de animales vivos) para calibrar la masa de músculo de la pierna necesaria para la carrera rápida (más de 40 k/h). Ellos encontraron que propuesta la velocidad máxima superior a 40 km/h (25 m/h) fuera irrealizable, porque ellos requerirían músculos de la pierna muy grandes (más aproximadamente del 40-86% de masa de cuerpo total ). Incluso velocidades moderadamente rápidas habrían requerido grandes músculos en las piernas. Esta discusión es difícil de resolver, ya que no se sabe cuan grandes eran los músculos de sus piernas. Si estos fueron más pequeños, sólo podría haber alcanzado unos 17,7 km/h (11 m/h) caminando/trotando.

Ambiente
del Tyrannosaurus.

El tiranosaurio vivía en todo el occidente de Norteamérica, desde Alberta (Canadá), hasta Nuevo México en Estados Unidos, justo antes de que los dinosaurios se extinguieran. Normalmente el T. rex habitaba en planicies de inundación y bosques subtropicales donde acechaba a sus presas, en zonas demarcadas por ríos, lagos y bosques exuberantes llenos de cicadáceas, helechos, plantas florecidas y árboles como las coníferas, sicomoros y araucarias.

En la época del T. rex, Norteamérica presentaba un paisaje natural con elementos familiares y extraños. Las tortugas de cuero, los cocodrilos, los lucios (Esocidae), y los peces aguja (Lepisosteidae) que vivieron en esa época eran bastante similares a los que se pueden encontrar hoy. Las ranas y los lagartos varanos eran otros animales familiares. Los helechos, colas de caballo, palmas, magnolias, álamos y arbustos eran algunas de las plantas dominantes; los pastos y hierbas ya se habían desarrollado, pero no estaban aún extendidas. Las coníferas como sequoias, araucarias, pinos, y cipreses eran comunes. El T. rex probablemente vivió en muchos hábitats diferentes debido a su amplio rango, pero muchos de los yacimientos fósiles en donde normalmente se encuentran sus esqueletos parecen haber sido bosques subtropicales y húmedos. Otros habitantes del paisaje son menos familiares y carecen de semejanza con la fauna actual. Los pterosaurios gigantes, como el Quetzalcoatlus, planeaban y volaban en los cielos, con envergaduras de alas de más de 12 metros. Otros terópodos, incluyendo a los dromeosáuridos, troodóntidos y ornitomímidos, parecen haber medido menos de 4 ó 5 metros de largo. Las manadas de ceratopsianos como los tricerátopos y torosaurios, y de hadrosaurios como los hadrosaurios y edmontosaurios, vagaban por la tierra, mientras aves dentadas volaban en los bosques (Ichthyornis) y nadaban en las orillas de los mares (Hesperornis). Otros dinosaurios herbívoros fueron el armado anquilosaurios, los "cabeza-duras" paquicefalosaurios y estigimoloch y pequeños ornitópodos como Bugenasaura y tescelosaurio. Antiguos primates también pudieron haber existido junto a los dinosaurios (esta publicación está abierta a la discusión). Los mamíferos (predominantemente multituberculados y marsupiales) eran todavía pequeños, animales nocturnos que se asemejaban mucho a las ratas y musarañas de hoy, como el Ptilodus y Meniscoessus; aunque había géneros excepcionales que parecían ya un poco más grandes y desarrollados, como el Taeniolabis.

Se cree que el tiranosaurio necesitaba extensos rangos geográficos de alimentación, debido a la retirada de la Vía Marítima Interior Occidental de Norteamérica, hace 69 millones de años, lo cual incrementó el tamaño del rango de alimento .

Historia del Tyrannosaurus.

Sus restos fósiles son escasos. Hasta el 2006 han sido hallados 30 especímenes, incluyendo sólo tres cráneos completos. Los primeros especímenes encontrados tuvieron un papel importante en la Guerra de los Huesos. Cabe destacar que Tyrannosaurus rex es el dinosaurio carnívoro mejor conocido en la cultura popular humana.

Descubrimiento del Tyrannosaurus.

La localización de todos los descubrimientos está restringida a Norteamérica. El primer espécimen (una vértebra parcial) fue descubierto por Edward Drinker Cope en 1892 y se describió como Manospondylus gigas. Fue atribuida al Tyrannosaurus rex en 1912 por Henry Fairfield Osborn. Barnum Brown, el conservador auxiliar del Museo Americano de Historia Natural, encontró el segundo esqueleto del T. rex en Wyoming en 1900. Este espécimen fue originalmente nombrado Dynamosaurus imperiosus en el mismo documento en el que el Tyrannosaurus rex fue descrito. Si no hubiera sido por el orden de las páginas, Dynamosaurus se hubiera convertido en el nombre oficial. El material original del "Dynamosaurus" reside en las colecciones del Museo de Historia Natural, Londres.

Tyrannosaurus Esqueleto de Tyrannosaurus

En total, Barnum Brown encontró cinco esqueletos parciales del T. rex. Brown recolectó su segundo tiranosaurio en 1902 y 1905 en la Formación de Hell Creek, Montana. Este fue el holotipo que se usó para describir al Tyrannosaurus rex por Osborn en 1905. En 1941 se lo vendió al Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh, Pensilvania. El cuarto y más grande hallazgo de Brown, también descubierto en la Formación de Hell Creek, se exhibe en el Museo Americano de Historia Natural en Nueva York.

Susan Hendrickson, paleontóloga amateur, descubrió el más completo (más del 90%) y más grande esqueleto fósil del T. rex conocido hasta ahora, en la Formación de Hell Creek cerca de Faith, Dakota del Sur, el 12 de agosto de 1990. Sobre la propiedad de ese espécimen de T. rex, ahora llamado Sue en honor a su descubridora, se entabló una enconada batalla legal. En 1997 esta se fijó a favor de Maurice Williams, dueño original del territorio, y la colección fósil se vendió en subasta por $7,6 millones de dólares. Actualmente el esqueleto se ha vuelto a montar y se exhibe en el Museo Field de Historia Natural. Basándose en los huesos fosilizados de Sue, el espécimen alcanzó su tamaño completo a los 19 años de edad y murió 9 años después, viviendo en total 28 años de edad . Los investigadores informan el descubrimiento de dos fósiles de T. rex, uno sub-adulto y otro juvenil (ambos fueron desenterrados en la misma cantera en la que se descubrió Sue); lo cual da evidencia a la posibilidad de que el T. rex corría y cazaba en manadas u otros grupos.

Otro tiranosaurio, apodado "Stan" en honor al paleontólogo amateur Stan Sacrison, se encontró en la Formación de Hell Creek cerca de Buffalo, Dakota del Sur, en la primavera de 1987. Después de 30.000 horas de excavación y preparación, surgió un 65% del esqueleto completo. Stan está actualmente en exhibición en la exposición del Museo Black Hills de Historia Natural en Hill City, Dakota del Sur, después de una extensa gira mundial. Este tiranosaurio fue encontrado también con muchas patologías en sus huesos, incluyendo costillas y un cuello roto que luego se sanaron y un espectacular agujero en la parte trasera de su cabeza, con el tamaño de un diente de tiranosaurio. Stan y Sue fueron examinados por Peter Larson.

En el 2001, el 50% del esqueleto de un juvenil tiranosaurio fue descubierto en la Formación de Hell Creek en Montana por un equipo de investigadores del Museo Burpee de Historia Natural de Rockford, Illinois. Apodado "Jane", el hallazgo fue inicialmente considerado el primer esqueleto conocido del pequeño tiranosáurido nanotirano pero una investigación subsecuente ha revelado que el fósil fue de un tiranosaurio juvenil. Este espécimen es el más completo y mejor preservado juvenil hasta la fecha. Jane ha sido examinada por Jack Horner, Peter Larson, Robert Bakker, Gregorio Erikson y varios otros paleontólogos renombrados, debido a la unicidad de su edad. Jane está actualmente en exposición en el Museo Burpee de Historia Natural en Rockford, Illinois.

En marzo del 2005 en la revista Science, Mary Higby Schweitzer de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y sus colegas anunciaron la recuperación del tejido blando de la cavidad medular de un hueso de la pata fosilizada de un T. rex, que databa aproximadamente 68 millones de años. El hueso había sido roto, intencionalmente aunque con renuencia, para ser enviado y no fue conservado de la manera usual porque Schweitzer estaba deseando investigar el tejido blando. Designado como el espécimen 1125, o MOR 1125 del Museo de los Rocosas, el dinosaurio fue desenterrado previamente en la Formación de Hell Creek. Vasos sanguíneos (flexibles y bifurcados) y el tejido (de la fibrosa pero elástica matriz del hueso) fueron reconocidos. Además, se encontraron microestructuras parecidas a las células de la sangre dentro de la matriz y los vasos sanguíneos. Las estructuras son semejantes a las células y vasos sanguíneos del avestruz actual. Sin embargo, ya que un proceso desconocido y distinto al de la fosilización normal parece haber conservado el material, los investigadores son cuidadosos de no afirmar que este es el material original del dinosaurio . La presencia de huesos medulares en este espécimen también es interesante .

Si resulta ser el material original, cualquier proteína sobreviviente puede usarse como medio de estimar indirectamente algunos de los contenidos del ADN (ácido desoxirribonucleico) de los dinosaurios involucrados, porque cada proteína se crea típicamente por un gen específico. La ausencia de hallazgos anteriores puede ser meramente el resultado de personas que asumen que la conservación del tejido era imposible, y simplemente no lo observaron; desde el primero, dos tiranosaurios más y un hadrosaurio también han sido encontrados teniendo estas estructuras similares a tejidos.

En un boletín de prensa del 7 de abril del 2006, la Universidad del Estado de Montana reveló que el cráneo de tiranosaurio más grande hasta ahora hallado también poseía esta característica. Descubierto en los años 1960 y recientemente reconstruido, el cráneo mide 149,8 centímetros (59 pulgadas) de largo, comparado con el cráneo de "Sue" (140,7 cm, es decir 55,4 pulgadas) hay una diferencia de 6,5%.

Sistemática del Tyrannosaurus. 

En el 2000, había controversia en cuanto a su nombre, porque los huesos de dinosaurio desenterrados en Dakota del Sur en junio de ese año pueden haber sido la parte de un fósil conocido como Manospondylus gigas. Según las reglas de la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica, el sistema que da a los animales su designación científica, usualmente a partir de raíces latinas y griegas, el nombre de Cope, creado en 1892, Manospondylus gigas, debería tener la prioridad porque su descubrimiento ocurrió primero. Sin embargo, en la 4ta edición del ICZN, que surtió efecto el 1 de enero 2000, Capítulo 8, Artículo 35.5, declaró que cualquier tal descubrimiento hecho después de 1999 no hace que el más viejo nombre sustituya al más nuevo, prevaleciendo el nombre y que el Tyrannosaurus debe ser un nomen conservandum ("nombre conservado"). Por lo tanto, independientemente del resultado del descubrimiento, el nombre Tyrannosaurus, todavía es usado hoy por los biólogos .

Tyrannosaurus es, en definitiva, el género tipo (mundialmente aceptado) de la superfamilia Tyrannosauroidea, la familia Tyrannosauridae y la subfamilia Tyrannosaurinae. Otros miembros de la subfamilia Tyrannosaurinae, incluyen al Daspletosaurus de América del Norte y a Tarbosaurus de Asia; los cuales son, ocasionalmente, clasificados dentro del género del Tyrannosaurus. En 1955, el paleontólogo soviético Evgeny Maleev, nombró al Tyrannosaurus bataar como una nueva especie. Para 1965, esta especie fue renombrada como Tarbosaurus bataar. El Tarbosaurus, de Mongolia, es a veces colocado en el género Tyrannosaurus como T. bataar, aunque la mayor parte de investigadores de tiranosaurios, como Tom Holtz, ven suficientes diferencias entre esas dos especies como para asegurar que se trata de géneros separados.

Un gran número de especies inválidas de Tyrannosaurus ha sido clasificado como T. rex y Tarbosaurus bataar. La lista es la siguiente:

    * T. amplus (Marsh, 1892) nomen dubium (originalmente Aublysodon) especie no válida, ahora Aublysodon amplus
    * T. bataar (Maleev, 1955) especie no válida, ahora Tarbosaurus bataar
    * T. efremovi (Maleev, 1955) (originalmente Tarbosaurus) especie no válida, ahora Tarbosaurus efremovi
    * T. gigantus (1990) ("reptil tirano gigante") nomen nudum, especie no válida, ahora Tyrannosaurus rex
    * T. imperiosus (Osborn, 1905) (originalmente Dynamosaurus) especie no válida, ahora Tyrannosaurus rex
    * T. lancensis (Gilmore, 1946) (originalmente Gorgosaurus) = Tyrannosaurus rex?
    * T. lancinator (Maleev, 1955) (originalmente Gorgosaurus) especie no válida, ahora Tarbosaurus bataar
    * T. lanpingensis (Yeh, 1975) nomen dubium especie no válida, ahora Tarbosaurus lanpingensis
    * T. luanchuanensis (Dong, 1979) nomen dubium especie no válida, ahora Tarbosaurus luanchuanensis
    * T. megagracilis (Paul, 1988) (originalmente Albertosaurus) = Tyrannosaurus rex?
    * T. novojilovi (Maleev, 1955) (originalmente Gorgosaurus) = Tarbosaurus bataar?
    * T. stanwinstonorum (Pickering, 1995) nomen nudum especie no válida, ahora Tyrannosaurus rex
    * T. torosus (D. A. Russell, 1970) (originalmente Daspletosaurus) especie no válida, ahora Daspletosaurus torosus
    * T. turpanensis (Zhai, Zheng & Tong, 1978) especie no válida, ahora Tarbosaurus bataar